Serendipidad // Serendipity

Hay palabras habitualmente poco empleadas, que de repente toman un protagonismo y una difusión notables; si hace un tiempo se hablaba de “resiliencia”¹, ahora mismo “serendipidad” es una de esas palabras. En ambos casos las circunstancias sociales, económicas y políticas del momento las hacen particularmente adecuadas para expresar situaciones en las que tienen ahora una especial incidencia.

La serendipidad se menciona con insistencia en el mundo de la empresa, a partir de la necesidad de ser más competitivos, más innovadores, más proactivos y más emprendedores. Podríamos decir que una vez agotados los planteamientos lógicos de proceder, ahora se ha de evolucionar, también, a partir de maneras y sistemas indirectos e inéditos (los publicistas parece que hace ya tiempo que actúan de forma similar y lo llaman “márquetin lateral”²)

El término serendipity aparece en el año 1754 inventado por el escritor inglés Horace Warpole y usado con cierta frecuencia a partir de los años 60 del pasado siglo. En el año 2001 la película “Serendipity” lo populariza. La palabra encuentra su origen en un cuento persa: “Los viajes y las aventuras de los tres príncipes de Serendip”, que narra las tribulaciones de los tres hijos del rey. (Serendip es el antiguo nombre de la isla de Ceylán, hoy Sri Lanka)

En el transcurso de ese viaje iniciático, decidido por su padre para volverlos más sabios y más inteligentes, los tres príncipes no cesan de descubrir, por azar y por astucia, cosas que en realidad no buscaban. Descubren, por ejemplo, que un camello tuerto, desdentado y cojo, los ha precedido en el camino, a partir de las pisadas irregulares, de la hierba comida sólo del lado derecho cuando la del lado izquierdo estaba en mejor estado, y de trozos de hierba medio masticada que encuentran por el camino. Los tres viajeros serendipinos hacen prueba de atención, de capacidad de observación y de análisis, así como de razonamiento e imaginación.

El razonamiento abductivo (a partir de un hecho ofrecer una hipótesis) (hacer conjeturas) enseñado en el cuento, es indispensable en los procesos de descubrimiento. El razonamiento abductivo es menos conocido que el deductivo y se parece más a la manera de proceder de los detectives. Requiere un esfuerzo de racionalización que implica una ruptura con el sistema habitual de estar atentos, dejando paso a la curiosidad y a la imaginación, que permitirán descubrir hechos inesperados y hacer una correcta interpretación. No es tanto un descubrir por azar o un descubrimiento accidental, sino un encontrar por astucia accidental. No es lo mismo que lo que llamamos coloquialmente chamba o chiripa, o simplemente buena suerte, sino algo más complejo que tiene que ver con cinco dimensiones concretas: aleatoria, cognitiva, perceptiva, mental y abductiva³.

  • Aleatoria, porque significa estar en el lugar adecuado en el momento oportuno.
  • Cognitiva, con capacidad para controlar diferentes campos de conocimiento.
  • Perceptiva, como capacidad individual de agudeza sensorial que permita distinguir  indicios que otras personas no distinguen.
  • La dimensión del razonamiento abductivo abre las puertas a la creatividad ya la imaginación. Como decía el Premio Nobel Albert Szent-G “descubrir es ver las mismas   cosas que los demás y pensar diferente”.

El descubrimiento “inesperado” de la Penicilina por Fleming, por ejemplo, ilustraría la importancia de mantener este estado mental particular para poder atrapar una idea determinada.

Hay casos de descubrimientos bien conocidos como el Post it, la Viagra, la tarta Tatin o el Kevlar y muchos otros, hechos por accidente, por error, por despreocupación e incluso por negligencia profesional.

Los psicólogos determinan la importancia de conseguir un estado de “fluidez” (flow) para detectar hechos o situaciones que normalmente no detectamos; una especie de estado de motivación y concentración que aparecen cuando el individuo está completamente inmerso en una actividad.

Este estado de fluidez se compara a menudo con el de una felicidad tranquila, donde se experimenta libertad de realización y de competencia y donde las facultades de observación, de análisis, de reflexión y de imaginación están movilizadas⁴.

La serendipidad se quiere tener en cuenta, también, para estructurar el espacio, y más concretamente para diseñar y organizar los espacios de trabajo.

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Oficinas de Google // London.

Cada vez de manera más general, las empresas quieren favorecer la posibilidad de que sus empleados se relacionen e intercambien información y conocimiento. El diseño de espacios que faciliten estas experiencias, pueden ayudar a que la creatividad, la innovación y las nuevas ideas surjan de manera más fácil, espontánea y natural.

Se plantean tres vectores fundamentales a tener en cuenta:

  1. Suscitar a los empleados y colaboradores la oportunidad de actuar desde un            estado mental relajado; una tendencia a “fluir”.
  2. Organizar y dotar al entorno de trabajo de diferentes recursos de información y de experiencia, tales como objetos insólitos, libros, utensilios, etc.
  3. Ofrecer libertad de tiempo para el descubrimiento, permitiendo ocupar diferentes lugares, ya sean para el aislamiento o para la relación.

Dependiendo del tipo de cultura, del tipo de empresa o de la forma de diseñar estos espacios, pueden aparecer muy distintas maneras de entender los espacios o lugares adecuados a la serendipidad.

Los urbanistas también plantean formas similares para favorecer la serendipidad en el espacio público, concretando una serie de pautas que intervengan en un “nuevo urbanismo”⁵. La mayoría de estas pautas coinciden con aquello que se pide a los espacios de trabajo:

  • Facilitar la comunicación, creando porosidad entre las distintas zonas.
  • Dotar al espacio de partes “sin acabar” para que puedan adaptarse a los cambios. Lo  incompleto es democrático.
  • Favorecer la densidad e incluso la congestión, pero sin confusión.
  • La diversidad es deseable, pero con un sentido de pertenencia.
  • La tensión entre la conexión (relación) y el aislamiento, genera creatividad. Sólo aislamiento genera pobreza.
  • Los espacios públicos (las zonas comunes de las oficinas) han de ser compartidos.
  • Es deseable plantear la existencia de espacios indeterminados, con libertad de   movimientos.
  • Los planteamientos inciertos pueden ser difíciles de proyectar, pero se ha de estar    dispuesto a asumir el fracaso.

En el diseño de estos espacios, que pretenden favorecer una actitud determinada de sus usuarios, es importante no caer en las banalidades propias de los Parques Temáticos. Es mejor insinuar que dar las cosas cerradas, acabadas; ha de haber libertad para que cada usuario pueda aportar algo de su parte.

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Oficinas de Google // Zurich

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  1. Capacidad de las personas para superar acontecimientos dolorosos o traumáticos y salir reforzados de la experiencia.
  2. Márquetin Lateral – Fernando Trías de Bes (“si quieres vender no seas lógico”) Pensamiento Lateral – Edward de Bono
  3. « Serendipité”. Du conte au concept » –  Ed. Seuil 2014
  4. Resulta curioso observar como algunas de estas propuestas para una nueva percepción, o de renovada actitud frente a las reflexiones creativas, pueden relacionarse con comportamientos o experiencias propias de culturas tradicionales de Oriente. Flow que aquí lo entendemos como “fluir”, tendría que ver con el estado mental perseguido en aquellas prácticas orientales, particularmente en el Yoga y en el Tai Chi, donde el fluir es uno de sus objetivos principales.Con relación a los espacios, el Feng Sui, desde otra interpretación, detecta las cualidades de los distintos lugares y la bondad para una u otra actividad.
  5. “La ciudad posible”. Richard Sennett – CCCB 2/07/2015.

 

Texto: Lluís Peiró.

Lluís Peiró es arquitecto, profesor y tutor del Postgrado en Diseño del Espacio de Trabajo // Máster en Diseño del Espacio Interior de la Escuela Superior de Diseño e Ingeniería de Barcelona, ELISAVA.